Resiliencia en las organizaciones. ISO 22316
Esta norma, publicada en el año 2017, establece los principios, atributos y actividades que una organización debe considerar para mantener y mejorar su resiliencia.
La resiliencia organizacional es la habilidad para absorber y adaptarse en un entorno en constante cambio para cumplir sus objetivos y prosperar.
Los principios que nos propone la norma son los siguientes:
- Comportamiento alineado con la visión, misión y valores.
- Entendimiento del contexto.
- Absorber, adaptarse y responder efectivamente al cambio.
- Buen gobierno y gestión.
- Diversidad de habilidades, liderazgo, conocimiento y experiencia
- Coordinación de todas las áreas.
- Gestión del riesgo
La visión, misión y valores deben ser compartidos en toda la organización y que estén reflejados en los objetivos a bajo nivel de todas las áreas, siempre alineados con la estrategia de negocio. Deben ser revisados con periodicidad para poder ser adaptados según los cambios producidos.
No nos debemos limitar a la estrategia y ámbito actuales de la organización, es necesario reflexionar sobre un mayor alcance y la siguiente evolución estratégica, contando con las partes interesadas que sean convenientes, reforzando la relación y compromisos con ellas.
Comité estratégico de resiliencia organizacional
Habitualmente se constituye un comité estratégico de resiliencia organizacional como complemento al comité de crisis, ya que su misión es tomar decisiones a nivel estratégico. Debe tener en cuenta diversos escenarios en diferentes horizontes temporales. Identificar las situaciones más resilientes y las más perjudiciales y conocer los márgenes de maniobra que se tiene en los peores escenarios. Las decisiones tomadas por este comité, son iniciativas, acciones que deben gestionarse para dotarlas de recursos y ponerlas en marcha. Aunque puede ser que se definan puntos de activación de estas acciones según el cumplimiento de determinados criterios.
Es necesario establecer y promover una cultura de resiliencia organizacional, principalmente a través de un liderazgo, a todos los niveles, adaptado al cambio, íntegro y orientado a los objetivos. Compartiendo las lecciones aprendidas en el nivel correspondiente para el aprendizaje y mejora eficaces. Se transmitirán así valores en el comportamiento y podremos conseguir que el personal se comprometa con estos valores.
La coordinación entre todas las áreas de la organización es fundamental, ya que soportan la misión y la estrategia de forma individual y colectiva. Cada área debe saber su forma de contribuir y participar. Es necesario promover la comunicación fluida entre las áreas para evitar desajustes e ineficiencias.
Fomentando la creatividad y la innovación entre el personal, se conseguirá identificar amenazas y oportunidades asociados a la resiliencia organizacional, que tras una análisis posterior se pueden convertir potencialmente en acciones y actividades de mejora a implantar en la compañía.
No debemos olvidar que todos los principios deben considerar un cierto grado de flexibilidad para poder tener margen y no perder la capacidad de adaptación ante cualquier evento que se produzca.
La norma nos propone las siguientes herramientas para poder trabajar sobre los principios:
- Compromiso de los órganos de Dirección
- Estructura de gobierno
- Asegurar inversión en actividades de resiliencia organizacional
- Sistema de soporte a la gestión
- Evaluación continua
- Comunicación
Asimismo, la disponibilidad de recursos es imprescindible para la adecuada gestión. Hay que considerar personal, instalaciones, tecnología, financiación e información, para poder gestionar todas las vulnerabilidades que se puedan detectar y poder así mejorar la resiliencia organizacional.
Con recursos suficientes y disponibles se evitará tener puntos únicos de fallo tratándolos con soluciones de redundancia y continuidad de negocio. Tendremos así una respuesta flexible para adaptarse a las nuevas circunstancias que se puedan presentar.
La comunicación, no sólo como herramienta de coordinación, también como forma de fomentar el conocimiento compartido y el aprendizaje. Es fundamental que el conocimiento adquirido por la empresa a lo largo del tiempo, sea accesible por todas las personas involucradas y puedan hacer así un uso adecuado del mismo.
La evaluación continua debe provocar la mejora continua. Si conseguimos monitorizar el comportamiento y los procesos contra unos criterios definidos previamente, estaremos en disposición de identificar potenciales debilidades, que debemos evaluar para convertir en acciones de mejora. Esta monitorización debe ser constante para no dejar de detectar cualquier evento que obstaculice la consecución de los objetivos.
Los criterios de decisión deben considerar la eficacia de las acciones monitorizadas, se deben establecer los métodos de medida y los umbrales que nos indiquen los niveles de eficacia contra los que debemos comparar los resultados de la monitorización. Estos criterios e indicadores hay que revisarlos y actualizarlos igualmente para que la monitorización realizada esté siempre ajustada.
En resumen, la norma promueve la mejora de la resiliencia organizacional, traducida a la habilidad para anticipar los cambios: Prestar los servicios bajo circunstancias cambiantes, adaptando los procesos de negocio con el objetivo de absorber los impactos y dar una respuesta adecuada al cambio.